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Observatorio De Equidad De Género E Igualdad De Oportunidades
15/11/2022

Lola Mora no ha muerto porque esculpió lo ingobernable

Los decretos oficiales adolecen aún de contradicciones o discriminaciones de género. El que nos ocupa hoy no es la excepción. El Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas, fue instituido en 1998 por ley del Congreso Nacional en homenaje a una mujer, la artista y escultora Dolores Candelaria Mora Vega, más conocida como Lola Mora, conmemorando el día de su nacimiento, ocurrido el 17 de noviembre de 1866 en Tucumán.

Lola fue una multifacética artista: escultora, investigadora y urbanista, también fue una mujer independiente en la sociedad conservadora y patriarcal de comienzos del siglo XX. Artista de gran talento, reconocida por su obra más célebre y polémica: la Fuente de las Nereidas.

La obra destacó la naturalidad del desnudo femenino que escandalizó a la sociedad y tuvieron que trasladar la fuente a una zona más apartada. No obstante, ese pueblo tuvo que convivir con lo provocativo de su obra, su vida y su arte fueron una afrenta a los valores conservadores y patriarcales y rompieron con los estereotipos de género de principio del siglo. Era la provocación hecha arte.

Ella no sólo confrontó con su arte, sino también son sus declaraciones: “No pretendo descender al terreno de la polémica; tampoco intento entrar en discusión con ese enemigo invisible y poderoso que es la maledicencia. Pero lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear Dios (…) Cada uno ve en una obra de arte lo que de antemano está en su espíritu; el ángel o el demonio están siempre combatiendo en la mirada del hombre. Yo no he cruzado el océano con el objeto de ofender el pudor de mi pueblo (…) Lamento profundamente lo que está ocurriendo, pero no advierto en estas expresiones de repudio –llamémoslo de alguna manera- la voz pura y noble de este pueblo. Y esa es la que me interesaría oír; de él espero el postrer fallo”.

Por otra parte, las obras que el gobierno había comprado para dar jerarquía estética al Congreso terminaron dispersas por el país. La justicia, El comercio, La paz y La libertad son emplazadas en Jujuy, muy lejos de su destino original, rechazadas por una burguesía desaforadamente hipócrita y prejuiciosa que quería dar clases de estética, justamente a ella, que había desistido ofertas de trabajo en Europa, en Australia y Rusia para regalarle su arte a los argentinos.

Como última afrenta a su memoria, la familia quema sus cartas que fue como quemar su vida, pero ni siquiera tal acto logra opacar su genio creador y espíritu independiente, inspiración para las generaciones que la sucedieron.

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